Arquitectura y arte en Marruecos

El arte islámico, igual que toda la cultura y la religión musulmana, es un arte ecléctico, es una síntesis a partir de diferentes artes de otras culturas que lo influenciaron, y como resultado ha sido un arte único y con muchísima personalidad. Los árabes son de tradición nómadas, en el s. VII no tenían tradiciones arquitectónicas propias, pero esa tradición les hacía conocedores de otras culturas.
“Dios es bello y ama la belleza”. Eso dijo el Profeta Muhammad hace más de 1400 años atrás.
También dijo: “A Dios le gusta que cuando hagáis algo, lo hagáis excelentemente” .
Estos dichos proféticos han servido de estímulo a los musulmanes para el embellecimiento y ornamentación de sus lugares de adoración, sus hogares y artículos de la vida diaria.
Las llamadas artes industriales, como la cerámica, el trabajo del vidrio, la orfebrería (los metales)… son de una gran belleza, y es que esta artesanía, está elevada a la categoría de arte, como también lo pueden ser la música, la literatura o la arquitectura

Arquitectura y arte en Marruecos

y, por supuesto, en la arquitectura, tanto religiosa (mezquitas y madrasas), como civil (en palacios, fortificaciones y mausoleos).
Las características principales por las cuales se reconocen los edificios del arte islámico son la utilización de arcos de diferentes estilos, como el de herradura, el apuntado, el polilobulado, califal…

Otra característica es la decoración, nunca con figuras humanas ni animales, sino con motivos vegetales, escrituras, figuras geométricas y arabescos. Los exteriores de los edificios, son sencillos, que contrastan con los interiores con una rica y abundante decoración. Es una expresión artística de la cultura musulmana y su filosofía sobre los seres humanos y el mundo, donde lo verdaderamente importante es el alma, el interior, y no el cuerpo, superficial, y la concepción de la naturaleza, que es efímera.
Por este motivo, las mezquitas y demás edificios tienen esta apariencia, poco llamativa en el exterior.
La Koutoubia, de Marrakech, cuyo minarete es igual al de la de Sevilla (la Giralda) y la Torre Hasan en Rabat, es un ejemplo de la horizontalidad de esta tipología de edificio religioso.

La mezquita de Hassan II en Casablanca, que justamente es una de las pocas en que se permite la entrada a no musulmanes, se caracteriza por ser la segunda mezquita más grande del mundo musulmán, después de la mezquita de la Meca, evidentemente, que debe recibir al menos una vez en la vida la peregrinación de todos los miembros de la comunidad religiosa, es una de las 5 esquinas del Islam (creer en un solo dios, Alá; dar limosna; reezar 5 veces al día, el viernes en la mezquita; cumplir el ayuno el mes de ramadán; y peregrinar una vez en la vida a la Meca).

Las mezquitas tienen las mismas características en todos los países musulmanes, son de planta rectangular, tienen un patio interior, donde se sitúa la fuente para las abluciones. La sala de oración se caracteriza por estar orientada hacia una de las paredes, donde está el mihrab, pequeño nicho que indica la dirección de la Meca. El minarete es la torre des de donde se llama a la oración y es el elemento que rompe con la horizontalidad que predomina en estas construcciones.

También observamos estas señas de identidad en edificios civiles, como son los palacios. En Marruecos podemos disfrutar de varios en las diferentes ciudades, como el Palacio de la Bahía de Marrakech,

O los palacios reales de Fez, Rabat, Casablanca y Marrakech.

En España, un ejemplo precioso de este tipo de palacios que construyeron en el Reino de Granada, es el Generalife, con sus famosos jardines de la Alhambra.

Otras construcciones, que también los árabes dejaron en Al Andalus, y que en Marruecos tienen una gran afluencia turística, son las alcazabas. Eran recintos fortificados con carácter urbano, y con la finalidad de defender un lugar y sus alrededores. En Marruecos se llaman kasbahs, forman parte de la arquitectura tradicional marroquí, hechas de ladrillo de adobe (mezcla de arcilla, estiércol y paja), por eso tienen ese color tan particular y propio de este país. Los muros miden más de 10 metros de altura, y pueden tener 2 metros de grosor, debido a que además de ser una defensa contra los enemigos, también servían para protegerse del frío que podía matar al ganado, y de las tormentas de arena. En el interior, hay callejuelas, casas…, que muestra la forma de vida de las sociedades antiguas.

Una de las mejores kasbahs conservadas de Marruecos, está en Ouarzazate, la Kasbah Taouirt.

En Rabat, la Kasbah des Oudaias, es del s.XII. Pero es en el Valle del Draa y en el Valle de las Rosas que podemos encontrar una gran cantidad de pueblos con muchas de estas fortificaciones, y un ejemplo pintoresco es el pueblo de Nkob.

No podemos finalizar esta breve degustación de arte sin hacer referencia a las medinas, el núcleo principal de las ciudades árabes alrededor de la mezquita principal, la madrasa y los zocos, y hoy en día son los barrios más antiguos de dichas ciudades. Tienen un urbanismo muy característico: es una zona amurallada, de calles irregulares, estrechas, laberínticas, algunas sin salida.
Las medinas suelen estar organizadas por barrios, que siguen criterios de étnias o religiones, por eso es muy común encontrar el barrio judío, o incluso el barrio andaluz, en Fez. También pueden estar organizadas según la ubicación de las diferentes actividades de trabajo, comerciales o por la jerarquía social. Cada barrio tiene sus mercados, talleres, el hammam y la mezquita.
La medina está delimitada por la muralla, dónde se encuentran las puertas de entrada. .

Un buen ejemplo es la medina de Fez, patrimonio de la humanidad por la UNESCO.
Nada tampoco tienen que envidiar las medinas de otras ciudades marroquís, como la medina de Marrakech, con su impresionante plaza Djema el Fnaa.

O también la medina de Tetuán, al norte del país, que aunque dicen que es de las más pequeñas, también es patrimonio de la humanidad por la UNESCO.

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