FEZ, LA AUTÉNTICA
Vamos a explicarles qué visitar y qué hacer uno o días a Fez. Aunque si se dispone de más tiempo, es un excelente punto de partida para visitar Chaouen, Meknes y el desierto de Merzouga.
Fez es, de las ciudades marroquís, la más auténtica e impredecible de las ciudades. Su medina es un laberinto de más de 9400 calles y callejuelas, muchas sin salida, por las que es muy difícil orientarse, incluso para mí, que soy la señorita mapas.
Es una ciudad fundada al s.VIII, y en la que confluyeron diversas culturas, entre ellas la andalusí, ya que con la expulsión del reino de Granada por parte de los Reyes Católicos, esta ciudad fue refugio para aquellas personas que se vieron forzadas a abandonar la Península. Fue durante 3 imperios la capital imperial. La primera, en el año 808 con Idriss II, que culminó el sueño de su padre de crear una gran capital que sustituyera a la modesta Oualili (Volubilis) del tiempo de los romanos, la segunda, en el siglo XIII con los Merínidas y, la tercera, en el XIX bajo el reinado de Moulay AbdalllahY hoy se considera la capital espiritual y religiosa del país.
Fez es una de las ciudades imperiales de Marruecos, ciudades que en algún momento u otro de su historia han sido ciudad capitalícia, y en todas hay un palacio real.
Fez tiene la medina más grande del mundo, pero lo más exótico, además, es la preservación del trabajo de las artesanías a modo tradicional, como en la Edad Media. Sin duda, la mejor experiencia (aunque no la que huele mejor) es la visita a las curtidorías, que es el punto fuerte de Fez y el trabajo de las pieles. Pero paseando por sus callejuelas, se observa el trabajo manual de muchas otras artesanías.
UN POCO DE LITERATURA
Es un lugar mágico, que invita a perderse por ese entramado de calles sin lógica ni planificación; un lugar que cómo se describe en el artículo de Revista Ibérica: “La leyenda, las leyendas, cuentan historias de magos y princesas, de duendes y héroes… Y, claro, uno tiende a quedarse con las leyendas, sobre todo porque Fez parece hacer realidad todos los escenarios que imaginó Sherezade en sus mil y una noches de insomnio. Aquí están los fabricantes de elixires para el mal de amores (y los que alaban la llamada “viagra del desierto”), aquí se muestran los maestros con saberes milenarios, los faquires, los adivinos, los aguadores, los vendedores de alfombras…, alguna de ellas dispuesta a volar.” (Ciudad de Fez, laberinto de pasiones, Revista Ibérica, febrero 2015).
En Fez fue dónde me explicaron algunas de las historias que me han fascinado, por su filosofía, y también que me han divertido, tanto historias como dichos que dicen que ya verán repiten en todas partes y dan risa (la prisa mata, y la pachorra remata; la vida es como una vaca, a veces te da leche y a veces te da caca…).
Allá vamos, la historia que me fascinó fue la que nos contó un guía (de las veces que he ido, cada una hemos contratado guía local (no así lo hacemos en otras ciudades marroquís, en Marrakech, Tánger… no nos gusta coger guía por qué no hace falta, mejor callejear, y por qué no hay tantos monumentos que visitar en la medina), porqué es imposible orientarse, y para visitar los monumentos es muy ágil esta opción; y cada vez nos han contado cosas diferentes, ha sido siempre muy enriquecedor. Era en relación al urbanismo de la medina y arquitectura.
El guía nos dijo, ante nuestra fascinación del formato de los callejones, y las puertas de las casas… que las medinas árabes, igual que en todos los demás aspectos de la filosofía del Islam, e incluidas las mujeres, todo lo que tiene valor y se quiere preservar lo que importa está en el interior, y no en el exterior. Por eso nos contó que detrás del muro y puerta más fea, se esconde el riad, casa y palacete más precioso que los ojos puedan ver. La gente cuida los interiores, porqué es su refugio, su intimidad, su preciado tesoro que no quieren que los ladrones sepan y quieran usurpar.
Y por este motivo, una de las experiencias que deben vivir en Marruecos, ya sea en Fez o otra ciudad, es la de alojarse en un riad, y vivir la tranquilidad y belleza que se esconde tras esos muros, que incluso dan un poco de respeto si se llega por la noche, y increíblemente aislados del ruido que se produce en estas ciudades tan dinámicas y con tanta vida en sus calles. Lo importante y bello está en el interior.
Es una ciudad que no te puedes perder en tu visita a Marruecos. Se puede visitar en solitario en algún puente (desde España hay muchos vuelos desde distintas ciudades), o se puede combinar en un tour por el Norte, junto a Tánger, Chaouen, Asilah, Meknes. Desde la ciudad se puede visitar Meknes y Chaouen. También es la gran ciudad más cercana al desierto de Merzouga.
Os invito a conocer esta bonita ciudad, pasearla con calma por muchos de estos rincones, y digo muchos, porqué todos es imposible!! Visiten sus monumentos, recorran sus zocos, salgan de las murallas y contemplen esa impresionante medina desde algún lugar elevado, conozcan el Mellah, su barrio judío, observen cómo trabajan las distintas artesanías, tómense un té en alguna azotea… Disfruten de un viaje a otra época!
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